El segundo bombardeo de la ciudad
llegó con los albores de la navidad.
Un segundo retumbar de cielo
cargado de verdades
y mentiras de altos vuelos.
Los escaparates cargados de luz,
de esperanza ilusoria,
nos embelesaron la mirada
y ocultaron la derrota.
No hubo fuego ni lucha,
es cierto,
y la calma tras la tempestad
no se pareció en nada
a la guerra que acaba en paz.
Ahora,
con el frío de los vientos
y el calor adentro,
nos recuerda el invierno
que nada
está del todo destruido.
Nos recuerda
que todo,
aún,
se puede destruir más.
¿Y qué hicieron más daño, las cargas de verdad o de mentira?
ResponderEliminarCualquier verdad que duela jamás será superada en sufrimiento por una mentira.
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