Escribí un día cualquiera que no recuerdo
una frase grandilocuente de falso contenido:
la objetividad convenciendo a la subjetividad.
Mantuve charlas de sobremesa y entrecervezas,
debates sobre el arte y el tiempo
por las calles de Edimburgo,
sobre su existencia o no, por efímera que sea;
discusiones conmigo mismo incluso.
Todo eso, y no era capaz de verlo claro,
la objetividad convenciendo a la subjetividad...
no, algo no cuadra,
maldita frase grandilocuente de ambiguas formas,
maldito significado esquivo.
Hasta que apareció,
fulminante rayo de inminente inspiración,
gritándome que no,
que me equivocaba.
Jamás lo objetivo convencerá a lo subjetivo, estúpido
el conocimiento tal vez, no te lo niego,
mas no lo subjetivo será jamás convencido,
sino convincente.
Escucha:
La subjetividad convenciendo a la objetividad.
Dándole razones,
explicaciones
para ser y existir a su antojo.
Eso es, así sí.
Dime si no, cómo puede justificarse una ley que nos reprima,
una ley que nos calle y nos asfixie,
una ley que nos postre de nuevo bajo el yugo del poder,
dime si no, cómo puede justificarse, en definitiva, una ley mordaza.
ni una sola justificación, ni una sola.
ResponderEliminarvuelvo por estos lares, y me gusta lo que leo, pero ya es bien sabido que me gusta lo que escribes.