martes, 15 de septiembre de 2020

No es. No existe.

Pruebo a darle nombre
a las cosas que no existen
para hacerlas existir.
Nacen así los taldos,
las rútidas y el grafán.
Nacen así los mantelos,
las pérculas y el rugón.
Níntalo.
Limpe.
Subal.
Creo así las palabras
de un mundo nuevo
que sustituya al anterior.
Crátila.
Munto.
Ternil.
Pruebo a darles nombre
a las cosas que no existen
para hacerlas existir.
Darles nombre y existencia,
para tapar con su presencia
el dolor de las que existen.
Nacen así las gajas,
los rímulos y el cotén.
Nacen así las tedas,
los quépines y el gajín.
Trúntero.
Piarta.
Bomún.
Creo así las palabras
de un sentimiento interno
de respiración laxa.
Rálada.
Serti.
Soñel.
Pruebo a darles nombre
a las cosas que no existen
para hacerlas existir.
A evacuar con su existencia
el dolor de las que existen.
Ardua tarea de un alma empecinada
en cambiar el nombre a las cosas
cuando sus ojos no las quieren ver.