sábado, 24 de marzo de 2018

Luna

Mi luna está dolorida porque
de su boca gotean angustia
y pena para cubrir el hueco
interno que asoma por la herida.
Mi luna está triste,
su piel surcada en temblores
refleja los cobres de un
atardecer lluvioso, el lapislázuli
de una noche iluminada, pero
no más será su luz, sino reflejo.
Mi luna está triste, dolorida,
y en su vientre se alza un rumor
ronco que atormenta:
le faltan sus dos estrellas.

martes, 6 de marzo de 2018

Con los ojos cerrados

He tomado la decisión
de dejar fluir las palabras
sin dejar lugar al vacío.
Abrir la libreta y
activar el piloto automático.
Buscar la sintonía que
antaño sentía con el papel
y no cejar en el intento
hasta encontrarla.
El camino hacia las musas
se me hace arduo. Se olvidan
los pasos cuando no los andas
así como se olvidan los
números de teléfono a los
que solías llamar.
           Cuando solías hacerlo.
Es complejo. Complicado
explicarlo. Pero siento como
una densa bruma al mirar
hacia atrás.
El pasado se presenta incierto.
Un recuerdo conformado por
diferentes collages superpuestos
que a su vez son collages
de imágenes borrosas que mi
mente ordena
- o inventa, no lo distingo-
                  como le viene en gana.
Busco en esa maraña de
fotografías inexactas
el segundo exacto del placer,
de la belleza o el amor,
para enjugar mis
manos en él. Para encontrar
el camino hasta las letras:
el desahogo.
Pero es imposible
-no pueden pescarse nubes en la niebla-
y vuelve a mí la desazón.
El viento azotando cristales,
la mar golpeando los barrotes
de una cancela abierta,
la decadencia de masturbarse
con los recuerdos entre
sábanas nuevas; o con las
sábanas viejas entre recuerdos.
No... no lo sé. No lo sé.
Al final es siempre lo mismo:
uno vuelve hacia atrás/desanda sus pasos/gira la mirada
con el deseo de atisbar de nuevo
un resquicio de luz
y lo encuentra todo oscuro.
Uno encuentra oscuridad y
la frustración de saberse
buscando a tientas.

Es decir,
           con los ojos cerrados.