viernes, 27 de junio de 2014

Masoquismo ilustrado

¿Habéis probado alguna vez a introducir la uña de un dedo en cualquier pequeña herida que os hayáis hecho?
Veréis, tengo un cortecito en el dedo índice, el de señalar, el de indicar el camino que seguir. Un corte en toda la yema del dedo que me corta en dos la huella dactilar, esa huella diferente a cualquier otra, inherente a mí desde que nací, la que me identifica como yo y no como otro.
Tengo un cortecito, como decía. Y por pequeño que sea, sangró bastante al hacérmelo. Fue de la manera más tonta, sin verlo venir ni desearlo (¿se pueden desear los cortes y heridas?), como el que no quiere la cosa, llegó y se posó en mi dedo índice, el de señalar, el de indicar el camino que seguir, y se hizo corte divisor en toda la yema, dividiendo en dos la huella dactilar, la que me personifica.
Tengo un cortecito, repito. Y por pequeño que sea, duele y escuece por dos. Cada vez que miro el dedo índice, con el que pido las cervezas, lo veo ahí, abierto, dividiendo mi ser yo en dos, y siento una punzada impropia del tamaño.
La cosa es que no se cierra. Lo miro y, no sé si es por el uso que le doy al dedo índice, con el que escribo las letras Y-H-N-U-J-M y los números 6-7 de este teclado, con el que ando seleccionando archivos y enlaces, programas y planos en el ordenador, está abierto, no se cierra. Permanece ahí, abierto, como dos labios incitando al beso.
He intentado cerrarlo apretando fuerte, oprimiendo el centro del corte para obligar al sistema circulatorio de mi cuerpo a hacer su labor de cicatrizar. He intentado aplicarle saliva para crear una fina lámina traslúcida que, al menos, disimule la herida y me impida verla, no sé: ojos que no ven...
Pero no se cierra. Ahí sigue el cortecito, orgulloso y digno vencedor ante mis deseos de cerrarlo. Así que la desesperación ha llevado a la imaginación, y la imaginación al hecho.
Y he introducido en él la uña del otro dedo índice, el que le ayuda a señalar, el que pide dos cervezas en lugar de una, el que escribe las letras T-G-B-R-F-V y los números 5-4.
Y ha dolido. Joder que si ha dolido. Por un momento he creído vivir en una de las películas norteamericanas de inmensos presupuestos gastados en efectos especiales, y he sentido cómo una especie de campo de fuerza, onda expansiva incluida, ha empujado la uña fuera del recoveco de mi dedo índice, provocando en su hacer un fuerte escozor, una ardiente punzada de dolor.
Pero me ha gustado.

4 comentarios:

  1. has conseguido que me duela el dedo a mi también, sin tener yo ningún corte en él.

    un abrazo.

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  2. en el fondo, todos somos un poquito masocas y nos gusta el dolor.
    seguro no tarda mucho en cerrar.

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  3. Al principio he pensado. ''AG, qué dolor''
    ...
    Al continuar leyendo... me has dado mucho que pensar.
    Al final me ha dado risa y ganas de llorar.
    Me ha encantado.

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  4. La herida del dedo va mejorando, está al 90% cerrada ya. La metáfora ya tal...

    Mil gracias por vuestros comentarios =)
    Me alegro de que os haya gustado!

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