martes, 1 de julio de 2014

diosas-o-diosas

No es casualidad que el Sol
aparezca por las tardes,
fulgurante astro lejano
en el ocaso de las noches,
si pronuncias tú mi nombre
entre lunas de mediodía.

No es casualidad que a mis mares 
los surque un barco de 7 velas
y que ninguna de ellas alumbre.

No es casualidad que de repente este bolígrafo
sea capaz de escribir 
estando a años luz de nuestro
centro gravitacional.

No es casualidad que todo,
y nada,
pierdan la cordura,
o que mi mundo enloquezca
en una implosión de sinsentidos.

Nada de esto es casualidad.
Todo esto es la causalidad
inherente a tus labios.
Son tus ojos los que causan
el desplome de torres en Japón
la erupción de volcanes en Sicilia
y la afluencia de tornados en América.

Causalidad es que las nubes
tomen según qué forma
en base al ánimo con el que
despierten tus manos por la mañana.

Hay quien cree en un designio final
individual e intransferible.
Un sino marcado en las estrellas
en el viento
en la tierra
en el agua
en nuestra alma
desde que nacemos.
Yo creo en tu sonrisa.
O en cómo te comes el último borde de la pizza.
Creo en tu refunfuñar de dientes
si te muestro mi estupidez latente.
O en tu escudriñar de cejas fruncidas
si es que en algo no me entiendes.
O... no sé,
es realmente difícil practicar el monoteísmo ante un cuerpo que alberga tantas formas de fe.
Te lo juro por ti.

1 comentario:

  1. "Causalidad es que las nubes
    tomen según qué forma
    en base al ánimo con el que
    despierten tus manos por la mañana."

    El cielo que está sobre mí, no puede ser más gris en estos momentos. Quizás si le dejaras leer este poema, a quien lo protagoniza volviera a salir el sol :) Precioso

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