domingo, 17 de mayo de 2015

Tiempos verbales

Él era verbo regular
primera conjugación
con pocas luces
y muchos ojalás por bandera.

Ella no era regular
sino perfecta,
a su antojo conjugada
y el mar abierto por frontera.

Él predicado adverbial
sin complemento circunstancial.

Ella objeto directo
de cualquier sujeto que se propusiera.

Coincidieron ambos
en un pretérito perfecto simple,
vacío de segundas personas,
repleto de terceras.

Jugaron con los tiempos
entre copas y tierras dispares.

Adoraron a un falso dios
arropándose en su condición
de almas rebeldes.

Los días pasaron,
y el pretérito
se les hizo imperfecto.

Pese a las dudas y las ganas
eran un imposible:
parecidas sus definiciones
no rimaban jamás
sus terminaciones.

Él amaba. Ella quería.

Ahora,
en un presente lleno
de condicionales
y subjuntivos,
andan buscando ambos
el futuro simple
que más se les parezca
al pretérito anterior vivido.

Ahora,
les impera la necesidad
de pronunciar en voz alta
un futuro perfecto,
juntos,
tan solo seguros
del pluscuamperfecto
que no supieron
conjugar en su momento.

Ahora,
son sólo dos sujetos
precediendo a un predicado nominal
no copulativo.

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