jueves, 21 de agosto de 2014

Falsa realeza

En su enfundada sonrisa
de quien despreocupa por todo,
por todos,
se encuentra la cruel esencia del ser humano.

Princesa imborrable de altos vuelos
muestra en su caída
el amor inquebrantable por los cuervos.

Reina impertérrita de los magos
risa lacónica
al recuerdo de sus vasallos.

La maquiavélica impronta del egoísmo impertinente
del buen mirar de cara al frente,
del rugir de los latidos en su presencia ausente.

La dualidad del pensamiento
conduce necesariamente
a la soledad del sentimiento
                            y en su caso,
conlleva inevitablemente
una llamada al sufrimiento.

No lo llames persona
si no conoces sus besos.

No lo llames humano
si no has olido su pelo.

No lo llames egoísmo
si no has bebido su aliento.

No lo llames, de hecho,
si no quieres verte muerto por dentro.

Ya ves,
llevaban razón los sabios de mentes lúcidas
y agoreros del mal camino:
no era común nuestro destino.

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