viernes, 15 de febrero de 2013

La inferencia reaccionaria frente a la Mariquita Rampante (una génesis dimensional)


¿Conocen esa sensación del que, leyendo un libro o explicación, alcanza el orgullo de entender lo que lee, lo que el autor desea transmitir y lo que deseó transmitir en su momento en anteriores obras y, a la vez, cae en la más profunda desazón por no haber entendido antes las cosas de esa forma? ¿No? Normal, no todo el mundo llega a tal punto de mediocridad, por suerte para algunos y desgracia para otros a partes iguales.
Pues os diré, amigos míos, que es tan humillante, tan sumamente triste encontrarse en ese punto de entender tu propia estupidez o, por decirlo de forma menos hiriente, ignorancia, que por momentos necesitas tomar un respiro de dicho libro u obra para no plantearte el golpearte la cabeza con el quicio de la puerta, a modo de accidente casual, de tal forma que llegases al extremo de ignorar la ignorancia o, como a mí me gusta llamarlo a veces, alcanzar la felicidad del tonto.
Pues eso, sólo necesitaba decirlo por aquí, o ya sabemos lo que estaría pasando en este preciso instante que todo ser viviente en esta casa está durmiendo la siesta, a excepción del canario porculero que no me deja leer en silencio.

Ahora, he de seguir enfrascado en esta lectura que me engancha y humilla a partes iguales. Quizá nos veamos dentro de media hora otra vez, o quizás la próxima vez que me veáis recitar una oda, será "laz tdez medos cuadto".

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