martes, 16 de septiembre de 2014

September came

La soledad que visten
las calles que sondean
a mi segunda morada,
sonríe con el abanico
de colores de la última
sequía en mis manos.

Las aguas del bullicio
lucen la calma
del interés perdido.

El mar suena de fondo
despreocupado del qué oirán,
del qué dirán
si ven sus olas
coronadas de espuma,
y nada más.

La ausencia de miradas
de dialéctica sin palabras.
Las dunas vacías
de niños y pisadas.

Y aún así... me embarco.
Recojo mis bártulos y zarpo.

Yo, que a olas orilleras
estaba acostumbrado,
cruzo dedos y fronteras
surcando el mar a nado.

Yo, que de un palmo
no levanto
plántome frente al muro
que separa la risa del llanto.

Y ahora que la tormenta ruge
y el viento me lleva,
levo anclas e izo velas,
que no sea lo que Dios quiera,
que sea la poesía la que me ayude.

No hay comentarios:

Publicar un comentario