sábado, 1 de septiembre de 2018

Día 26: "La música del poema".

Para el vigésimo sexto día de #unmesdepoemas, Elena Medel se remonta a los comienzos de la poesía para mostrarnos la importancia de la musicalidad, por ejempelo, en los poemas medievales, ya fuera instrumental o por la propia musicalidad de las palabras al ser recitada de boca en boca, para que su difusión fuera mayor. También hace hincapié en evitar la aparición de cacofonías o rimas internas e involuntarias dentro del poema, que hacen que su lectura sea menos atractiva, y pasa a hablarnos después de la musicalidad de los poemas de Lucía Sánchez Saornil, basados en una sintaxis rota. Esta forma de escribir da la sensación de que algo falla, igual que si la comunicación fuera a quebrarse.

Por lo que el reto de hoy es algo más complejo: pensar en lo que se dice en el poema, pero, sobre todo, pensar en cómo suena lo que se dice. Para ello deberemos escoger una música para el poema, ya sea a través de la métrica y rima de la poesía tradicional, o con ese discurso roto de los poemas de Sánchez Saornil, o incluso con la que nace de la música de la conversación y se dice en voz alta con el tono de la anécdota o el secreto que se comparte con quienes tienes cerca.  

En mi caso he preferido acudir a la métrica tradicional, y he elegido la décima en honor al poeta y cantautor gaditano Fernando Lobo (os recomiendo seguir sus décimas lobunas, cargadas de humor y sencillez). La décima es un poema de 10 versos octosílabos con la siguiente estructura de rima: abbaaccddc.  

LA NUBE ATEA

Veo un cielo azul marino
a través de mi ventana
con una nube temprana
de un color naranja albino.
En su vapor examino
la gama de color que arde
tiñendo en rojo la tarde
mientras yo bebo cerveza
con una sola certeza:
no existe dios que me aguarde.

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